martes, 19 de enero de 2010

Gotita de fe dentro de un mar de desesperación





La situación por la que atraviesa el vecino país de Haití ha dejado un sabor amargo en el sentimiento de muchos, obviamente en las personas que vivieron el fatídico terremoto y a la comunidad internacional que sigue de cerca cada detalle.

Y aunque el evento fue uno dantesco y extremadamente triste creo que se le puede extirpar algo de positivismo en estos tiempos de crisis y problemas. Me refiero al sentimiento colectivo de ayuda que emana de cada rincón del planeta y la preocupación de la mayoría de las personas, que en su mayoría se les ha escapado alguna lágrima, aunque sea pequeña, cuando ven los reportes de periodistas a través de la pantalla chica y de todos los medios de comunicación.

Es increíblemente alegre ver, dentro de la increíblemente triste situación, como las naciones se involucran para ayudar a un país devastado por este sismo. Es increíblemente alegre ver como las personas se desbordan en los centros de acopio para brindar ayuda, llevar artículos de primera necesidad y ofrecer sus servicios como voluntarios. Es increíblemente alegre ver como las naciones echan a un lado las diferencias para colaborar con la causa, como el caso de Cuba, nación antillana que durante años ha tenido grandes diferencias con los Estados Unidos y pese a eso abrió su espacio aéreo para que vuelos estadounidenses con motivos médicos cruzaran por su territorio.

Y Puerto Rico no ha sido la excepción. La gente se ha desbordado en los diferentes centros de acopio, han dado dinero y han ocupado sus celulares para ‘textear’ con sentido y donar dinero a través de sus dedos.

Ahora bien, sería bueno que se aprenda de esta catástrofe y que los locales aportemos en lo local, que el puertorriqueño ayude más al puertorriqueño, que como buen ciudadano se aporte más en causas benéficas del patio, y así tratar de coexistir en un país que poco a poco la criminalidad y la mala administración se lo está llevando por la borda. No esperemos a que una tragedia nos suceda para mostrar los dotes de compasión, amor y beneficencia.

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